A la sombra del majestuoso Gorbeia, que ha unido a alaveses y vizcaínos en una sola mirada, el visitante descubre en sus barrancos y laderas numerosas riquezas patrimoniales y culturales.

El patrimonio de una tierra no es solo el pasado, la raíz de su pueblo, sino la semilla de la que se nutre presente y futuro.

Gorbeia mantiene paisajes de carácter rural intactos. El caserío y las casas-torre son un elemento repetido a lo largo de este territorio, un destino ideal para conocer la arquitectura popular vasca.

 

Una buena forma de conocer la vida que allí se hacía es acercarse a cualquiera de los pueblos y barrios que componen Gorbeia.

La fundación medieval de muchas de las villas de Gorbeia hace que sea todo un lujo pasear por las calles empedradas de sus cascos históricos, verdaderas joyas del patrimonio inmobiliario. Es tal su valor que varios de ellos han sido declarados “conjunto monumental” por el Gobierno Vasco. 

Destacan municipios por su mezcla de edificios con una arquitectura rural y a la vez urbana: Areatza, Otxandio, Legutio, Orozko e Ibarra son algunos de los sitios claves.

 

También encontraremos casas torres y palacios construidos por enfrentamientos entre linajes: Gopegi, Zarate, Markina, Olano, Murua, Manurga y Murgia son algunos de los bellos exponentes.

 
En Gorbeia aún podemos contemplar la huella que ha dejado el ser humano en sus paisajes con las construcciones para oficios de gran importancia para el entorno rural como los caleros, molinos y canteras.